Lejos.

Me cerraste las puertas de tu vida,

qué hice yo para merecerlo?

No te he juzgado, no te he agredido y no te he ofendido

Te amo como amigo pero

mi error fue no amarte como hombre.

Cuán pecado más grande ha de ser esto?

Me echas de tu vida con la lejanía.

Me hieres y resientes todo lo que siento por tí.

No es odio, es tristeza

No es rabia, es melancolía

Te extraño y sé que me extrañas,

pero tus miedos son más fuertes.

Dónde quedaron todas tus palabras?,

recuerdas algunas de las mías?

Dónde estás?

Podríamos compartir tanto de nuestras vidas

pero nuestra complicidad se marchó

junto a un adiós que nunca llegó.

Siento una culpa deformada por la circunstancia...

No puedo buscarte más,

no puedo esperarte más,

has trizado mi pecho...

y en el fondo de éste a la vez,

sé que es lo que menos quisieras...

Pero ya está,

 al parecer acabó.

Quizás de testaruda quise pensar siempre lo contrario,

ya sabes como soy.

Y es que entraste cuan mago

con su manta blanca a mi alma.

Y sé como eres,
ambos nos descubrimos transparentes frente al otro.

Recorrimos juntos episodios

crudos y hermosos de nuestra biografía, 

principalmente allí,
en esa bola de cristal

representada como tu casa,

cotidianos...acompañándonos
con helados y galletas dulces.

Pero así tal cual te vas,
Te vas.

Deberé resguardarte en mi recuerdo

y aunque sé lo vivo que estás

siento que debo comenzar mi duelo por tí.

Desconozco si alguna vez volveremos a vernos frente a frente,

pero confío en la vida misma que amo,

que todo cuanto emprendas será bendecido,

estarás acompañado por la luz del amanecer

y esta misma te resguardará en el anochecer.

Será imposible para mi corazón por cursi que suene,

no mandar luz también.

Apelo a tu ángel de la guarda que te proteja

y en tu interior encuentres la calma cuando sientas penas.

De alguna forma siempre esperaré a cuando decidas volver,

no puedo evitarlo.

Disculpa si alguna de mis palabras

son ásperas de tan sinceras.