lunes, 14 de julio de 2014

Cápsula de muerte.

Cuando se pierden las palabras y las letras,
cuando el centro se extingue recordando los recuerdos,
cuando la presencia se difumina en lo que fue y se pierde en lo que será,
es cuando el dolor se hace tan presente que olvidas cómo seguir.

Siempre pensé en un momento, y cada vez que lo hacía
me reconfortaba diciendo que sólo eran miedos,
que no pasaba lo que temía y secaba las lágrimas que asomaban.

Y ahora que es, sólo actué, sólo hice, sólo asumí tareas para evitar sentir.

Postergué tanto mi llanto por lo que se movía a mi alrededor,
que ahora...
que quiero botar lo contenido,

mis ojos están sellados.


Mi pecho se acostumbró en tres días a vivir cerrado, como jamás fue,
y ahora parece resignado.

Me siento dura, rígida ante las sonrisas, y falsa a mis propios sentimientos.

Aprendí a actuar mi sanidad, y ocupé todas las artimañas que pueden existir para
que mis lágrimas no profundizaran los gemidos de quienes están a mi lado.

Olvidé la vida y en mi mente sólo ocupa espacio una parte de la muerte,
imágenes que no habría querido tener conmigo, y que reemplazan momentos que quisiera traer al presente,
no puedo revivirlos, y me duele...
me atormenta éste vacío.

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