sábado, 8 de septiembre de 2018

Ágatha

Tengo una hija.
Una hija...
que fuerte definición para un ser que sin ti jamás hubiera existido.
Una mirada que sin tu presencia en el mundo jamás hubiese podido contemplar los colores de la tierra, el aire, el fuego y el agua.
Jamas hubiera podido nacer de la nada para morir en polvo convertida.
Dios mío, tengo una hija!
No lo puedo creer, y al sentir percibo las miles de vibraciones por segundo que en mi pecho levantan terremotos y huracanes con un sólo latido de su corazón junto al mío.
Nuestros pechos juntos, nuestras respiraciones sincronizadas,
yo la veo y me calmo, ella me ve y se calma.
Nos sentimos y una bocanada de frescura se hace río al interior de la boca.
Observar cómo va creciendo, cada día con una fuerza y energía admirable,
y pienso en cada ser humano, en los miles que quisiera proteger y cobijar,
los que están expuestos a las sin fin de formas que pueden verse expuestos.
Los que son arrebatados, los que son vulnerados, los que no tienen unos brazos que contengan,
los que desde el primer segundo son arrastrados por un sistema voraz y sin miramiento al amor.
Es tan férrea la necesidad de un abrazo cuando lloran, de mecerlos cuando quieren dormir, de limpiarlos, cambiarles ropa, alimentarles, totalmente dependientes de un otro para todo.
Y que el otro esté 100% disponible para cubrir sus necesidades.
Me lleva a pensar en quienes no pueden estar 100% porque no hay una familia que sostenga, una mano que levante cuando caes, por ignorancia, por miedo, por rabia, por culparles de todo y de nada...
Más siento lo terrible de no acudir en esos llantos, esas quejas, esas miradas que buscan calor y protección.
En mi hija veo a la humanidad más frágil y llena de posibilidades, más fuerte y llena de esperanza y ansias de existir.
En mi hija hago lo que quisiera hacer por el mundo.
En mi hija...

Mañana cumples 3 meses, y me cuesta creer lo maravillosa que es esta etapa de mi vida.
Me he planteado un futuro que siempre descarté por temores.
Ahora fijas más tu mirada, hace dos semanas comenzaste a ver los móviles con más atención, los colores de los globos, cómo se mecen con un poco de aire, tu papá los sopla para que observes.
Sonríes cuando estás tranquila, y cuando deseas hacer*, nos regalas sonrisas cada mañana, lo que hace un mes era aleatorio, eran reflejos, comienzan a presentarse estos últimos días con mayor intención. Hoy tocaste una mariposa del móvil que te regaló Lilila, ya no lloras con los cambios de pañal hace un mes aproximadamente.
Ahora lloras, voy a verte.
Ya volví...
Tus llantos y gritos son suaves y fuertes, cuando son suaves son muy suaves, y cuando son fuertes, te escuchas hasta la esquina del pasaje.
Tus ojos son embriagadores, y tus sonrisas...
Hoy acabas de decir agú y con tu papá explotamos de  emoción.


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